Del baúl de los recuerdos… Resnais y Seidl.

Una de Resnais, que se nos fue… 

Resnais

 

Y una de Seidl… (con el pretexto del estreno en México de Paraíso: Amor, segunda parte de su trilogía Paraíso).

Import Export

En la primavera de 2002, el realizador austriaco Ulrich Seidl se presentó en sociedad en nuestro país cuando su cinta Días Perros formó parte de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.

En ella mostraba a un puñado de personajes socialmente inadaptados, conflictuados en su existencia, reflejo de una sociedad austriaca dividida en sí misma por el efecto de su propio desarrollo económico. Violencia, abusos físicos y psicológicos, resentimiento, enojo, obsesiones, falta de comunicación y patologías diversas se entrecruzaban en la suburbia vienesa durante esos sofocantes días del verano austriaco.

Tras un par de proyectos documentales en los que volvió a retratar facetas de la sociedad actual en su país, Seidl expande los alcances de su mirada crítica más allá de las fronteras austriacas, con guiño directo a la actualidad migratoria mundial, vista desde la perspectiva de las personas y los individuos y no de las estadísticas de la economía y la política internacional.

Para Import/Export, el director vienés también cambia el paisaje de fondo, de la asfixiante ola de calor y los espacios abiertos a un nevado invierno y lugares cerrados.

Olga es una enfermera ucraniana que vive rodeada de conocidas que trabajan en la pornografía por internet. A través de monitores, webcams y micrófonos, estas mujeres se desnudan y obedecen instrucciones que llegan en alemán o en inglés. Olga decide viajar a Austria, donde una amiga la recibe y le ayuda a conseguir un empleo.

Pauli es un agente de seguridad austriaco que por enésima ocasión queda desempleado. Sin ánimo ni intención de buscar otro empleo y endeudado con amigos y hasta con su padrastro, acepta trabajar para este último llevando viejas y obsoletas máquinas de videojuego a Ucrania.

El común denominador que los une es una necesidad de cambiar su entorno y su realidad. Ambas vidas son confrontadas en sus mutuos deseos de encontrar una vida más plena. Los videojuegos que Pauli transporta a Ucrania son una analogía de la tecnología inservible que los países desarrollados envían a las naciones menos poderosas disfrazados como bienes de consumo en lugar de ser vistos como basura.

Tras una breve experiencia como criada, y tras ser despedida sin razón o motivo alguno por la dueña de la casa (bajo el amparo de que “en este país así son las cosas y si un día te contrato al otro te puedo despedir”), Olga termina haciendo la limpieza en un hospital geriátrico, donde las enfermeras la observan con la desconfianza de quien llega robarles algo.

Por su parte, una vez en Ucrania, Pauli tendrá que lidiar con los instintos de su padrastro, un hombre para quien todas las mujeres de esta nación son prostitutas, con lo que reafirma un complejo de superioridad construido sobre el simple hecho de ser austriaco.
Se trata de un drama humano de ambos lados de esa frontera creada por la economía y que redefine a los países según sean de primer o de tercer mundo. Objetos y seres humanos son por igual bienes de exportación o de importación.

La crítica social resulta por lo tanto universal: el primer-mundista que viaja creyéndose con el derecho de explotar a otros física o económicamente (el hombre que explota la nacionalidad como moneda corriente para llevar a la cama a mujeres) y el tercer-mundista que viaja sabiendo que su labor será hacer lo que le digan, sin derecho a reclamar, permitiendo el abuso. Ambas partes parecen tener perfectamente aprendidos sus roles en el orden social y económico actual.

Si en Días Perros Seidl no se limitó para agredir visualmente al espectador, con un hiperrealismo asfixiante y provocador; para Import/Export apuesta por una construcción dramática de ritmo creciente (no exenta de escenas de una brutalidad visual y emocional que sacude al público), con diálogos que develan los paralelismos en las historias de Olga y Pauli, de situaciones que van acumulándose hasta buscar una salida que, tal y como en la vida real, quizás no llegue en las formas o en los tiempos que se quisieran, y ante la que el espectador, definitivamente, no puede abstraerse.

* En México, Paraíso: Amor, segunda parte de la trilogía Paraíso de Seidl se estrenó el fin de semana pasado (febrero 2014).

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