Criticando la crítica de cine en México

 

Hace algunos años, no recuerdo si fue para Excélsior, El Universal o algún otro medio, había preparado un ensayo sobre mi visión de la actualidad de la crítica de cine en México. Nunca se llegó a publicar entonces.

Comparto aquí este texto.

Nota post publicación: en junio de 2011, a invitación expresa y tras publicarse originalmente a inicios de este año en el libro Reporteros de a Pie (que reúne reflexiones y anécdotas de periodistas de cultura y espectáculos), este ensayo fue incluido dentro de los textos que conformaron un número especial de la Revista Cine Toma dedicado a la crítica de cine.

Criticando la crítica de cine en México
Por Arturo Aguilar

Tal y como se vive actualmente, la crítica cinematográfica en México no goza de un reconocimiento social definido ni de un espacio importante dentro del ejercicio periodístico actual, de hecho, en la sociedad no se le otorga el reconocimiento de una actividad profesional tan seria como cualquier otra. Una de las bromas que mejor definen esta situación es lo que le ha pasado a cada uno de aquellos que de una forma u otra, desde tal plataforma pública o atalaya virtual, se han (o hemos) dedicado a este singular oficio y se atreven a decirlo públicamente, a lo que como respuesta  se obtiene la eterna frase de familiares y amigos: “no, en serio… ¿a qué te dedicas?”, “¿y no trabajas?”, “¿de qué vives?”.

El espacio y el tiempo mexicano nunca se han prestado para trascender internacionalmente revolucionando teorías o formas de apreciación como lo hiciera Andre Bazin, Truffaut, Godard, Rohmer y demás miembros de Cahiers Du Cinema en sus inicios con el cine de autor, ni mucho menos los estudios postmodernos de la teoría de David Bordwel y Noel Carrol en Estados Unidos pasando por el estructuralismo, teoría del aparato, del constructivismo, posición del sujeto, etc.

El rol de la crítica (históricamente) ha sido: el de acercar el producto fílmico a un público amplio a través de la interpretación de los mensajes, intenciones y propuestas inmersos en las estructuras narrativas, formales o dramáticas; enmarcando una temática o estilo en géneros y en otros filmes que pueden resultar referencia o interesantes para el mismo público potencial; despertando cierta pasión/morbo cultural alrededor de una obra que da para la dicusión/reflexión; “ayudándo” al espectador a disfrutar más de una película al compartir elementos de utilidad para la mejor comprensión, y por lo tanto divertimento, de la experiencia de ir al cine.

Así se ha hecho también en México desde la llegada del cinematógrafo, desde los tiempos de la crítica de cine de Alfonso Reyes y Martin Luis Guzmán hasta la de Gustavo García, Jorge Ayala Blaco y varios más.

En las más recientes generaciones (al menos la última década y media), esta concepción de la crítica comienza a desaparecer y a ser vista por el espectador como un sencillo ejercicio de decir lo que al ‘crítico’ le gusta y lo que no (desvirtuado por la proliferación de reseñistas-cinéfilos de blog y críticos de sección de espectáculos), nunca proponiendo y siempre condenando a las películas. Trabajo perfecto del que simplemente va a ver películas sin considerar la obvia necesidad de un respaldo académico y teórico (sin menospreciar que lo práctico, ver cine, es lo primordial) en el estudio del cine, arte, literatura, cultura general y que es un trabajo que requiere el mismo compromiso profesional que el de un analista político, analista de finanzas o un especialista en temas de tecnología.

Esto provoca, sin duda, un menosprecio y dificulta el trabajo de la generación más joven de críticos que trata de abrirse espacio y de retomar la antigua actitud de hablar y compartir en el momento adecuado para el lector de cada tipo de publicación, algo interesante que está o estará en el cine. Iniciar una conversación, provocar un interés. No descalificar o santificar por gusto o por el primer chiste imaginable.

La profesión busca encontrar su espacio propio, separado del showbiz (tan claro como reconocer la diferencia en artículos de cine que hay en TV Guide y Film Comment o TVyNovelas y la desparecida DICINE) y más apegada al valor cultural intrínseco en cada filme. (OJO! sin menospreciar el valor que como productos de la cultura oop han tenido tantos filmes en las últimas 3 décadas. Referencias obligatorias en el imaginario colectivo cinéfilo. ejem, Star Wars o Volver al Futuro, Terminator y Love Actually)

Por desgracia, actualmente el lector promedio de medios de México no diferencia a aquellos que sólo son reporteros de cine de los que van más allá, los que por sus propuestas y por su labor son verdaderos críticos de cine (es como confundir la labor de Pauline Kael, Gavin Smith o Anthony Scott, por mencionar algunos, con un reportero de Teen Magazine. En México se pueden dar nombres y apellidos para ambos lados de la comparación, y vaya que los hay).

Por experiencia propia, no han sido pocos los editores, reporteros o columnistas de periódicos que he escuchado manifestar abiertamente su preferencia por publicar algo positivo y atractivo sobre una cinta, si esto ayudará al medio (o a la persona) a realizar más entrevistas con viajes pagados por las distribuidoras, que a considerar si el lector podría verse beneficiado por la recomendación, si algo se le estaría dejando de valor, de interés. Están a la vista de todos.

Parte de esta observación se debe a que en el medio mexicano, el ejercicio de la crítica de cine no siempre se ve ejercido por profesionales o gente preparada (no hay como tal, una formación académica), sino que, desafortunadamente, el número de “críticos” espontáneos es cada vez mayor. Desde reporteros de espectáculos que por igual hacen críticas de películas que cubren conciertos u obras de teatro a editores de revistas o websites más preocupados por quedar bien con las empresas distribuidoras (Columbia, Universal, 20th Century Fox, etc) que con el público que los lee o con la cinematografía, encontrándonos así reseñas que elogian una película por el hecho de haber sido invitados a un junket (prioridad de muchos reporteros para sentirse parte del medio y que los limita a tener que hablar bien de lo que sea que hayan sido invitados a ver con todos los gastos pagados a Los Ángeles o San Francisco o donde sea, so pena de no volver a ser incluído en la mágica lista de invitados) y no por su verdadero valor como producto cinematográfico o por tener algo de interés para el lector donde publiques.

Pocos y muy ubicados están los oasis donde se puede leer crítica de cine seria en México. Ahí está Carlos Bonfil en La Jornada, Gustavo García en Canal Once, Fernanda Solorzano en Letras Libres, Ernesto Diezmartinez y Rafael Aviña en Reforma, Jorge Ayala Blanco en El Financiero.

El crítico de cine en México por lo tanto tiene varias responsabilidades: desmitificar su labor como si se tratara simplemente de elogiar o desacreditar películas, sino ser un cómplice del espectador en su disfrute cinematográfico; hacerse del reconocimiento periodístico necesario a su profesión, ser filtro y canal para llevar la información que él recibe y busca de otros medios importantes (y a los que no se tiene fácil acceso en México o no son de regular consumo entre los cinéfilos, como leer cada edición de Cahiers Du Cinema, Sight & Sound, Film Comment, etc.) hacia el cinéfilo regular.

Llamémosle una acción de divulgación cinematográfica. Así lo veo yo.

Mientras en Estados Unidos o Europa el lector de críticas de cine tiene cierta costumbre por el consumo de este tipo de material periodístico o conoce/ubica a los especialistas de cine en los medios más importantes, al lector mexicano hay que acompañarlo en este proceso de comprender lo que se le va a decir, apoyándolo con material que se asimiló de otros medios y compartiéndolo, para que a su vez, el dialogo entre crítico y lector pueda estar en el mismo nivel y no termine en un monólogo por parte del que escribe y donde el que lee no entienda de qué se le habla. La eterna intención de muchos críticos por dejar claro que ellos “saben” más o han visto más cine. Tú estás allá, yo estoy acá.

De este modo, y a diferencia de la especialización y reconocimiento que la crítica de cine tiene en Estados Unidos (tan atrás como lo hecho por James Agee o tan actual como los trabajos en teoría cinematográfica de David Bordwell) y en Europa (comenzando por la apasionada tradición de cinecrítica de La Nueva Ola Francesa y su teoría del autor) gracias a la creación de lugares especializados y centros de formación y estudio de esta disciplina, la realidad mexicana carece de, por lo menos, una maestría (M.D.) en estudios cinematográficos que no sean en realización o filmmaking, dejando a aquellos interesados en el profesional y necesario quehacer de la crítica, análisis y estudio teórico y académico, a merced de la formación empírica, los estudios en el extranjero y la necesidad de asimilar todo producto cinematográfico, visual o literario, que llegue a sus manos.

Históricamente, la crítica de cine mexicana ha contado con importantes y reconocidas personalidades que han hecho posible que perdure esta actividad, desde Fósforo o Emilio García Riera, gran crítico e historiador del cine mexicano, hasta la labor de Jorge Ayala Blanco o Leonardo García Tsao, quienes han colaborado en publicaciones internacionales como Sight & Sound o Film Comment.

En los años más reciente, la labor de críticos como Rafa Aviña, Fernanda Solórzano, Bonfil, Ayala Blanco, Ernesto Diezmartinez, Alonso Ruvalcaba, García Tsao y unos pocos más, marcan la pauta dentro de la crítica en México con estilos y visiones tan diversas como el gusto cinematográfico, lo que permite al espectador comparar puntos de vista, comentarios y hacer de su lectura en materia de cine, una experiencia formativa que lo provee de elementos que le ayuden a una mejor asimilación y disfrute del fenómeno de ver una película. Son ellos, algunos de los personajes más consolidados y sólidos de la crítica cinematográfica.

En parte por el desarrollo tecnológico que permite que cualquier persona tenga al alcance de un click reseñas y analisis de todo el mundo sobre tal o cual filme, las nuevas generaciones de críticos en México deben proponer una relación horizontal entre el crítico y el lector, un trato de iguales donde aquel que por su labor profesional ha acumulado mayor conocimientos y referencias cinematográficas se compromete y gusta de compartir esos elementos para que el cinéfilo no dedicado a esto pueda disfrutar de mejor manera la experiencia de ir al cine y de observar y analizar una película. No hay sensei y pequeño saltamontes. Simplemente dos apasionados de lo mismo, uno de ellos, con la labor de iniciar la reflexión o discusión de una película, desde las lineas de un diario, de una revista, las imágenes de un programa televisivo o los pixeles de una página de internet.

Para ejemplificar la diversidad de “críticas de cine” que hay en México, sirve mencionar algunas rarezas de nuestro medio. Gran parte de los que se llaman a si mismos críticos de cine no leen a otros críticos, de hecho, no saben ubicar cuáles son los diversos medios que ofrecen un contenido en materia de cine que sea de verdadera importancia y de valor cultural. Así pues, para el crítico, el fin de semana no significa descansar en casa o no hacer nada, es sólo otra clara oportunidad para ir un poco más al cine o ver en televisión algunas nuevas o viejas cintas.

Como dice Carlos Bonfil, uno de los más reconocidos críticos en México “hay críticas de festival, de cocktail, de premieres, de farándula, pero muy poca de esta crítica es comprometida con el lector”. Las más de las veces, la crítica se mece en dos polos opuestos que en nada ayudan al espectador. O se trata de reseñas más preocupadas por quedar bien con los directores, productores y/o distribuidores que con el público o se trata de no añadir nada nuevo y solo decir si una película le gustó o no al crítico en cuestión (el 90% de las veces, nada les gusta y de ahí la imagen de que el crítico es un viejo enojón, caduco y arcaico a quien el tiempo y el cine ya han rebasado, sumado a que salvo algunas contadas excepciones, un crítico digno de este título, no tiene menos de 40 o 50 años).

Así (sobre)vive la crítica en México. Un oficio en dificultades, que perdura por la labor de unos pocos, entusiasmados y comprometidos a continuar una parte tan importante de la industria cinematográfica. Los herederos de la crítica de Cahiers du Cinema, los alumnos a distancia de Bordwell y voraces consumidores de post-teorías fílmicas en México seguirán con su batalla por lograr que un día, el oficio de la crítica tenga el reconocimiento y espacio que hay en los países desarrollados culturalmente, es un largo camino, pero bien vale la pena andarlo. Mientras tanto, vayamos al cine.

 

6 comentarios:

  1. buenísima entrada!!! me recomiendas algún libro sobre crítica de cine en México o alguna publicación que corrobore las mismas ideas de tu texto (para citar en trabajos académicos) Gracias!

    • hola Alberto,

      perdón por la tardanza en la respuesta.
      La verdad es que no hay libros actuales al respecto. La gran mayoría tienen al menos 10 años y nadie se ha asomado a analizar el estado de la crítica en México.
      Las referencias al respecto siguen siendo muy lejanas… recientemente Gustavo García y Jorge Ayala Blanco publicaron textos al respecto en algunos medios o en entrevistas pero no pasa de artículos breves y nada más.
      un saludo.

  2. Hola, Me ha dejado anonadado este post. Deberias seguir comentado cosas asi. Te paso mi blog para que lo leas Criticas de cine y me digas que opines porfa . Ciaooo.

  3. Paso a Saludar, Me ha Fascinado este escrito. Tienes que seguir compartiendo cosas asi. Te sugiero mi blog para que lo leas agencia de diseño y me digas que opines porfa . XoXo.

  4. Hola, Me ha extasiado este post. Podrias seguir compartiendo cosas asi. Te paso mi blog para que lo leas Criticas de cine y me digas que opines porfa . Besos.

  5. Interesante post, una visión distinta a la de los críticos casuales del cine mexicano sin duda un oficio complicado, sin embargo muy alentador, las propuestas filmicas están cambiando, están siendo escuchadas y aceptadas por el público menos conocedor, sin duda una buena pauta para su difusión.

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